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Adhesiones en el 105º aniversario del Genocidio Armenio

A continuación, publicamos las adhesiones de políticos y personalidades argentinas en ocasión del 105º aniversario del Genocidio Armenio.

 

MENSAJE SOLIDARIO DEL CANCILLER FELIPE SOLÁ Con motivo del 105° aniversario del 24 de Abril de 1915, el Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación, Ing. Felipe Solá, remitió a través del doctor León Carlos Arslanian el siguiente mensaje de solidaridad a la Comunidad Armenia de la República Argentina: "En el día de Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos,conmemoramos el 105 aniversario del Genocidio Armenio. Esta fecha une en la memoria colectiva al pueblo armenio y el argentino. Sin memoria no hay un futuro mejor para la humanidad". El mensaje del Canciller Argentino reafirma una vez más el reconocimiento y la condena de la República Argentina al crimen de lesa humanidad cometido por el Imperio Otomano y aún negado por Turquía.

 

 
 

 

 

Lucas Ghi, Intendente de Morón.

 

Hernán Sabbatella. Jefe de Gabinete del Municipio de Morón

 

 

Saludos compañeros. 105 años de uno de los grandes genocidios. Tilda Rabi Presidenta Federación de Entidades Argentino-Palestinas PRESENTE!

 

 

 

Central de Trabajadores Argentinos

http://www.cta.org.ar/a-105-anos-del-genocidio-armenio.html

 

Adhesiones recibidas por la Cátedra Armenia de la Universidad Nacional de Rosario

Dr. Eugenio Zaffaroni Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe. Diputada Provincial Dra. Matilde Bruera Lic. Franco Bartolacci, Rector Universidad Nacional de Rosario.(UNR) Subsecretario de Innovación Sociocultural del Ministerio de Cultura de la Provincia de Santa Fe, Lic. Fabián Bicciré Prof. Viviana Nardoni, Directora Museo de la Memoria de la ciudad de Rosario. Dra. Alejandra Pasquet, Universidad Interamericana - Delegada Superior Regional de la Universidad Abierta Interamericana y Consejera de la Inter- American Bar(UAI) Dra. Liliana Conforti Secretaria del Area de Acción Social y Gremial Universidad Nacional de Rosario. Lic. Maria Eugenia Schmuk Presidenta del Consejo Municipal de Rosario Licenciada Paula Contino Secretaria del Área de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Rosario. Miguel Ángel Roldán, Secretario General de Asociación del Personal Universidad de Rosario.(APUR) Dr. Daniel Luna, Rector de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano,(UCEL)

 

 

 

Daniel Feierstein, Sociólogo, Director del Centro de estudios de genocidio

 

 

 

 

 

 

La Agrupacion Envar el Kadri Peronismo de Base acompaña la 105 conmemoracion del genocidio al Pueblo Armenio, les mando un abrazo compañeros a toda la comunidad.

 

 

Matías Tombolini, vicepresidente del banco Nación

Hoy, como cada 24 de abril, conmemoramos un nuevo aniversario del Genocidio Armenio. Se cumplen 105 años de este atroz acontecimiento que terminó con la vida de 1,5 millones de armenios. El día de la Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos nos invita a reflexionar y recordar que los hechos no pueden ser borrados con el olvido ni merecen ser rememorados con odio. Recordar el pasado nos hace comprender que sin memoria es imposible construir un futuro mejor para la humanidad. La tolerancia y la paz deben conllevar un compromiso de todos los hombres y mujeres.

 

 

 

 

Diputado nacional Fabio Quetglas (UCR Buenos Aires)

 

Perla Sneh, psicoanalista y escritora

Meditaciones de un 24 de abril - Día de recordación del genocidio de los armenios a manos de los turcos.

Emmanuel Ringelblum, director del más importante archivo de la vida -y la muerte- judías bajo el nazismo nos informa sobre una enorme “sed de lectura” que dominaba al Ghetto: los autores más buscados eran Marx y Lenin. Entre los libros de historia, se destacaban “Espartaco” y las historias de los Macabeos y Bar Kokhba; también cautivaban “El caso del Sargento Grisha”, de Zweig y “Mademoiselle Fifi” de Maupassant. No faltaban Pushkin, Gorki, Maiakowski, Victor Hugo. Entre los adultos, lo más leído era “La guerra y la paz”; entre los más jóvenes, “Corazón”. Czerniakow, presidente del Judenrat, leía “A la sombra de las muchachas en flor” y “Don Quijote”. La intelligentzia se volvió a sus favoritos: Zolá, Balzac, Dickens, Proust, Sienkiewicz. Pero uno de los libros más leídos en los ghettos por esos seres condenados -pero que se resistían a creer en las información que llegaba sobre su destino- era la historia de otros seres enfrentados a un destino semejante: “Die vierzig Tage des Musa Dagh” -Los cuarenta días del Musa Dagh- de Franz Werfel. Esta novela, escrita en alemán por un judío en 1933 y traducida al ídish y al hebreo ya en el ‘34, cuenta la historia de los armenios en ciertos pueblos en la zona de Musa Dagh, en los días de la Primera Guerra Mundial. Su protagonista, Gabriel Bagradian –armenio que ha abandonado sus raíces- vuelve a Turquía y, atrapado por la guerra, debe tomar importantes decisiones. La más preñada de consecuencias será la de organizar la resistencia contra los turcos y su decreto de aniquilación. La historia no puede escindirse en personal y nacional: Bagradian, intelectual armenio, adinerado, casado con una parisina y alejado hacía mucho de su pueblo da cuerpo a la difícil pregunta sobre la propia condición: “Gabriel era más francés que nunca; armenio, seguramente, pero solo en un sentido: académicamente”. Finalmente, en la novela, los últimos resistentes son salvados por un barco que los rescata. Sin embargo, Gabriel se queda dormido y, muere, irredento, ante la tumba de su propio hijo. Musa Dagh fue leída de modos diversos: quizás para los judíos oriental-europeos, se tratara más de cómo morir, porque, aun si admtían que la muerte era inevitable, no renunciaban a combatir la “muerte nazi”. Entre los judíos occidentales –los judíos holandeses, por ejemplo- la historia de Musa Dagh no sólo implicaba una muerte digna, sino una puerta abierta a una posible salvación: la victoria también podía ser vivir. En ambos casos, la resistencia corporizaba tanto la noción de muerte y honor nacional como la sobrevivencia en tanto individuos y en tanto nación. Pero “Los cuarenta días...” -leída sobre todo en ídish-, no fue sólo una referencia existencial. Llegó a convertirse en un arma: Antek Tzukerman, uno de los comandantes de la rebelión del Ghetto de Varsovia sostenía que “ésta no podía entenderse sin leer la historia de Musa Dagh”. Haika Grossman, también combatiente -de Bialystok-, cuenta cómo un único ejemplar de Musa Dagh, cuya lectura promovían los movimientos clandestinos, pasaba de mano en mano. En 1943, en Bialystok, se hablaba de “hacer del ghetto nuestro Musa Dagh”. Alguien cuenta como escapó a los bosques para “organizar ahí un Musa Dagh”. Y Shmerke Kaczerginski, poeta y partisano de Vilna, narra cómo, mientras esperaban, armas en mano, los embates finales de la “liquidación” del ghetto, leía a sus compañeros fragmentos de la novela. En 1941, Inka Wasbort, en Sosnowice, escribe sobre Musa Dagh: “Me cautivó totalmente. (...) no podía apartar los ojos (...) yo estaba sitiada, yo era un armenio condenado a muerte.” Incluso fuera de la Europa ocupada, en 1942, cuando Rommell pisaba ya la frontera con Egipto, el Yishuv –es decir, la población judía de la Palestina bajo Mandato Británico-, que anticipaba con terror una invasión nazi, planeaba concentrarse en el monte Carmel. Ese plan de resistencia no se llamó “plan Masada” ni “plan Carmel” sino plan Musa Dagh. Cuenta Meir Batz, uno de los fundadores del Palmakh [Plugot Lokhamim, “Unidades combatientes”, fuerza de choque de la Haganah] fue convocado a la organización del plan, la primera pregunta que debió responder fue si había leído “Los cuarenta días...”

“Yo era un armenio condenado”: encontrar en el otro el nombre del propio destino. “Musa Dagh” devino así un nombre judío en armenio y no sólo porque significa “el monte de Moisés”. Es la singularidad de esa historia armenia la que permite a esos judíos registrar aquello que la información como tal no alcanzaba a transmitir. En esa lectura, en su poder irradiante, los jóvenes resistentes lograron aprehender su situación. No creo que les hubiera hecho el mismo efecto leer el famoso informe de Johannes Lepsius [Pastor alemán, conocedor de las masacres de 1894-1896, que regresó a Constantinopla en 1915 y realizó una investigación plasmada en su Informe secreto sobre las masacres de Armenia, invalorable testimonio sobre la matanza]. Decimos, entonces, “unicidad” o “singularidad”, lo que supone una consideración no especular del otro. No se trata de la propia circunstancia como negación de la de un otro -como muchos quieren sostener- sino, precisamente, la posibilidad de una consideración del otro como nombre de la propia circunstancia. Esto desplaza la cuestión del binarismo -unicidad/comparabilidad- y nos acerca a la inquietante situación de un crimen absolutamente único que requiere un esfuerzo universal -es decir, que atañe a todos- para elaborarlo. Pronunciar una palabra judía o a un término armenio no supone un reclamo de victimización particularista; al contrario, apunta a promover un estado de alerta universal. Que esta meditación en palabras tan diversas venga a modularse ahora en nuestra lengua, no exenta de sus propias cifras de sangre, es una forma de convocar un estado de alerta. Al fin y al cabo, hablamos una lengua que ha dotado de nacionalidad a la muerte (“muerte argentina” se llama en el mundo a la desaparición), una lengua que aún busca las palabras para decir lo que decimos cuando decimos “nosotros” (subrayo las comillas), nosotros que bebemos como si nada las aguas de un cementerio marino -”Quién sabe si aún hoy no llegan cabellos por las tuberías”-, que no sabemos qué decimos cuando “nos damos máquina” o “estamos fusilados” o que algo es “de terror”. ¿Qué lengua hablamos cuando hablamos así? Mejor dicho, ¿dónde nos ubican las palabras que decimos? Ese “dónde” no es ubicación geográfica sino existencial, al filo de una historia que exige palabras propias; que reclama sus textos, su trama de lecturas y escrituras que quizás produzcan un retorno al mundo de la acción, como diría Ana arzoumanian Hablamos, entonces, de una condición –como cuando se dice “condición de lectura”-, quiero decir: una condición de resistencia, configurada en una trama de textos y palabras, una condición que escapa a la alternativa entre la competencia atroz y el autismo. Una condición que supone la legalidad rigurosamente subjetiva de una lectura que funciona como acto político, una memoria que es combate justamente en su singularidad. Resistir viene de resistere, que a su vez, viene de existere -salir, nacer, aparecer- que deriva de sistere -colocar, sentar, detener, (man)tenerse-. Modos de la acción: en ellos, por ellos, la lengua labra un nuevo lugar de enunciación, que arranca el pensamiento de la sistematización y lo pone en movimiento. Así, la lengua puede no sólo resistir sino hacer justicia. Es la justicia del nombre, la de la memoria siempre en combate: modos actuales de ese estado de alerta, de esa resistencia.

 

 

 

Hoy Peronismo por la Ciudad recuerda el genocidio del pueblo Armenio como un ejercicio de memoria para alentar la Tolerancia y el Respeto entre los pueblos

 

 

 

 

El Llamamiento Argentino Judío acompaña a la comunidad armenia en la conmemoración del 105 aniversario del inicio del Genocidio Armenio. Quienes defendemos en forma inclaudicable la exigencia imperecedera de Justicia nos solidarizamos con nuestros hermanxs armenios que en forma irrenunciable han mantenido por mas de un siglo la bandera de la Memoria Histórica, exigiendo la verdad sobre la responsabilidad del Estado Turco ante las deportaciones forzosas, las hambrunas y el genocidio explícito que motivaron el aniquilamiento de un millón y medio de personas, entre ellxs 400.000 niñxs. Los crímenes de lesa humanidad no prescriben nunca. Ni en los tribunales internacionales ni en el recuerdo sensible y emocionando de quienes no estamos dispuestos a olvidar. Nunca Más. 24 de Abril 2020

 

 

 

Dr. Mario Borghese. Diputado Italiano

 

 

 

Eker Mustafa, presidente de la fundación Alba y de la colectividad turca bir.

"En un mes tan especial como es nuestro mes de Ramadán, no puedo mas que acompañarlos en el dolor y en el recuerdo en un dia como hoy, en la conmemoración del genocidio armenio. Deseo poder seguir construyendo un camino de paz entre nuestros pueblos, sembrado por la verdad para que nunca más suframos persecucion, muerte y exilio."

 

 

 

 

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